En sus varios años, cerca de tres décadas, como dirigente sindical, el secretario ejecutivo de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), Froilán Barrios, asegura no haber presenciado una época tan convulsa en materia laboral como la actual. Y los números parecen darle la razón.
Según un estudio que sobre el tema realizó el escritorio jurídico Bolinaga, Levy, Márquez & Casanova, durante los primeros tres meses del año, el país fue testigo de 217 protestas sindicales, 52% de las cuales se escenificaron durante el mes de marzo; lo que habla de un progresivo aumento de la efervescencia en la masa laboral venezolana.
"Este rápido incremento de la conflictividad describe la necesidad de retomar el diálogo social", acota Victorino Márquez, integrante del paneldeespecialistasenderecholaboral que lleva adelante el estudio.
Refierequelosreclamosenelsector público dibujan una línea inversamente proporcional a la caída del gasto social gubernamental, por lo que augura un futuro más agitado en la medida en que los ingresos nacionales sigan cayendo.
Torbellino público Ciertamente, el estudio apunta a la administración pública como epicentro del torbellino laboral.
Sustentado en las informaciones de la prensa de circulación nacional, el informe revela que a la par de su crecimiento como empleador, el Gobierno acaparó 78% de los reclamos realizados durante el período analizado. Esto a pesar de que sólo 18% de los trabajadores activos del país están incluidos en la nómina del Estado.
Se trata de una situación de reciente data. Según Márquez, desde 2003yhastaelprimersemestrede 2008, el descalabro de la CTV como el gran paraguas de la masa laboral y el nacimiento del fenómeno estatizador, permitieron al Estado vivir una luna de miel con los sindicatos; que obnubilados por la promesa de convertirse en propietarios de las empresas intervenidas, ofrecieron apoyo incondicional a las estatizaciones.
A partir del segundo semestre del año pasado, los imponderables comienzan a hacer mella en ese matrimonio por conveniencia.
La caída de los ingresos del país por la baja de los precios del petróleo y el desengaño ante procesos de nacionalización que no dieron los resultados esperados, han obligado a muchos trabajadores a tomar la calle para reclamar promesas no cumplidas.
El análisis del pool de expertos jurídicos señala que la negativa a discutir contratos colectivos, el estancamiento o incumplimiento de los acuerdos, y la reforma regresiva de los pactos laborales, figuran entre las principales causas de reclamos en la administración pública.
Losejemplosabundan.ElMinisterio de Alimentación se ha negado por cuatro años a discutir la convención colectiva de los trabajadores de Mercal; los trabajadores petroleros acusan un incumplimiento de 80% de los acuerdos suscritos con Pdvsa; mientras que los empleados del Metro de Caracas debieronaceptaruncontratoquedesmejora las condiciones acordadas el año pasado, luego que el Gobierno asegurara que no podría honrar los compromisos contraídos.
De vista gorda En pleno conflicto de la ensambladora MMC Automotriz -tomada por más de dos meses por un grupo de trabajadores-, la dirigente sindical Marcela Máspero señalaba que si las empresas privadas invirtieran sus ganancias en los trabajadores, los conflictos laborales serían cosa del pasado.
Pero Victorino Márquez cree que este complejo tema tiene explicaciones menos simplistas.
Por un lado, estima que el marco institucional se ha erosionado por la parcialidad del Ministerio del Trabajo en la resolución de conflictos y el abierto desacato de las sentencias judiciales (el caso MMC es ilustrativo).
Por otro lado, el surgimiento de un sindicalismo confrontacional que deja atrás su carácter reivindicativo, ofrece el caldo de cultivo idóneo para el conflicto.
¿Herida de muerte? La también experta en derecho laboral Maryolga Girán comparte este criterio y va más allá.
Argumenta que la estrategia gubernamental de formar a la base laboral en la ideología socialista, debilitó el sindicalismo de manera tal que podríamos estar en presencia de su condena a muerte.
"Se busca la sustitución del sindicato por el consejo de trabajadores, con la promesa de ofrecerles un poder que nunca han tenido. Es un momento delicado", dice.
A su juicio, la aceleración dada a la implementación de un nuevo modelo productivo socialista ofrece suficientes argumentos para vislumbrar que el incremento de la conflictividad es solo cuestión de tiempo.
Publicada el 05 de Mayo de 2009
Prensa: www.entornointeligente.com
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